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lunes, 3 de octubre de 2011

"BUENOS POLICÌAS...BUENOS VECINOS: Santa Fe, Capital"...Relato de un secuestro...



Auto


Eso reveló en una entrevista exclusiva A. R. G. de 38 años, la mujer que fue tomada de rehén por dos delincuentes, al salir de una farmacia. Los ladrones en su auto, luego asaltaron dos heladerías.

A casi 24 horas de haber vivido el momento más difícil de su vida, A. R. G. de 38 años, dialogó con Diario UNO de Santa Fe, la mujer que fue tomada de rehén en su automóvil, por dos delincuentes luego de haber comprado remedios en una farmacia ubicada en adyacencias de la avenida Freyre y Crespo, que posteriormente fue golpeada, llevada hasta un barrio del oeste santafesino, y que posteriormente la llevaron durante un raid delictivo que incluyó el asalto a mano armada de dos heladerías y también una motocicleta.

Por último, el delincuente que manejaba su vehículo particular a toda velocidad por las calles santafesinas, ingresó en el costero distrito de Alto Verde, y luego de haber recorrido algunos kilómetros, chocó contra una piedra, rompió un neumático, un policía descendió de un patrullero para ayudarlos, hasta que el ladrón le disparó y el agente policial respondió la agresión. Finalmente, la mujer fue rescatada, y la policía busca a los delincuentes, uno de ellos fue identificado.

—¿Puede contarnos como fueron las horas que le tocó vivir el jueves a la noche?

—Bueno, el jueves después de las 20,30 fui hasta la farmacia Abregú que está ubicada en avenida Freyre y Crespo, porque tengo a mi madre enferma y ya lo había dejado encargado, así que ingresé, lo pagué, salí y me fui hasta la dársena adonde deje estacionado mi automóvil, a pocos metros.

Pero, de un momento para otro, todo cambió abruptamente, porque yo sentí voces de personas que estaban hablando cerca del auto, mientras yo dejaba los remedios para mi mamá en el asiento del acompañante, y me disponía a introducir la llave del auto en el tambor para darle marcha y salir.

En ese momento, un muchacho joven me manotea la puerta del vehículo y la abre, y otro ingresa por la segunda puerta, y uno me golpea en la cabeza con violencia con un arma de fuego, en un segundo me sacaron el teléfono celular, algunas cadenitas que tenía puesta, y me empezaron a gritar y a llenar de amenazas de todo tipo.

Uno de los dos delincuentes se subió en el asiento del conductor, a mi me puso al lado, e intentó introducir la marcha atrás pero se puso nervioso y no le salía, hasta que lo logró y lo chocó contra algo; después una vez que salimos por avenida Freyre hacia el norte, el que manejaba dobló por la misma avenida hacia el sur, y después de varias cuadras lo hizo hasta algún barrio del oeste santafesino, uno de ellos se bajó y buscó un arma de fuego.

—¿A usted se le ocurrió escaparse en algún descuido?

—No, yo estaba completamente aterrorizada, y además me dolía la cabeza del violento golpe que había aplicado uno de ellos cuando subieron al auto, la verdad es que en una situación como esa, escasean y bastante los reflejos, todo se vuelve muy pero muy complicado.

—¿Luego de salir del barrio del oeste santafesino, que pasó?

—Bueno, el delincuente que conducía, tomó nuevamente por avenida Freyre hacia el norte, y al llegar a la cancha de Unión, siguió por la avenida López y Planes en el mismo sentido hasta llegar a la calle Perú, adonde giró y uno de ellos bajó armado y asaltó la heladería Manalú.

Pasaron creo que dos minutos, cuando el ladrón regresó hasta el auto caminando y subió nuevamente, y el que manejaba, aceleró, fue a contramano por distintas calles hasta que nuevamente salió a la avenida López y Planes, después no se por cual calle llegamos hasta la avenida Facundo Zuviría y la cruzamos, y después sí, al llegar a avenida Aristóbulo del Valle, giró hacia el norte hasta que llegamos hasta la heladería Nahuel, que está a la altura de calle J. P. López.

Entonces, el que manejaba mi automóvil, que era el delincuente que daba las órdenes le dijo que fuera y asalte la heladería, y él se bajó y fue, pero al cabo de unos minutos como no volvía y no sabiamos que había pasado, él me dijo que iba a seguir su camino, yo mientras tanto le rogaba para que me dejara bajar, le imploraba y le decía que tengo hijos que me estaban esperando.

“Creí que nos matábamos”

—¿Y el delincuente? ¿Qué le decía mientras usted lo hablaba?

—Él seguía en su mundo, manejando como un loco, a más de 100 kilómetros por hora, yo sentía que en cualquier momento chocábamos contra cualquier cosa y nos matábamos en el acto; además, las cosas que se me cruzaron por la cabeza, que la policía podría ser alertada de que unos delincuentes a bordo de un auto como el mío, adónde iban dos hombres y una mujer habían asaltado dos heladerías de la ciudad. Me imagine un tiroteo, que se yo cuantas cosas se le cruzan a uno por la cabeza en esos momentos. Fue una locura.

—¿Usted trataba en lo posible, de no perder la calma?

—Sí. Pensaba en mi familia y en todos mis seres queridos, y sabía que tenía que ser fuerte y sobreponerme a semejante situación, y así fue como llegamos a la entrada de Alto Verde, y él delincuente seguía manejando como loco a toda velocidad, ahí nuevamente yo intentaba comunicarme con él, pero las cosas se iban poniendo más y más difícil, porque no me contestaba.

—¿Y como terminó toda esta situación?

—Yo sé que entramos unos dos kilómetros en Alto Verde, y en determinado momento al llegar a una curva, el embistió una piedra grande con el neumático delantero izquierdo y lo rompió, por lo tanto, se vio forzado a detener la marcha, y en ese momento llegó un policía en un patrullero que se ofreció a ayudarnos a cambiar el neumático, y un vecino del barrio se arrimó para ver como podía colaborar con nosotros.

El delincuente respondía con evasivas cuando el policía le preguntó por la goma de auxilio, y él sacó las llaves y abrió el baúl y mantenía un diálogo fluído y tranquilo, el policía y el vecino se dieron cuenta de la situación, pero la manejaron con mucho tacto y cautela, yo me dí cuenta enseguida.

Hasta que se escucharon las sirenas de otro patrullero policial que se acercaba, y entonces el delincuente se fue hasta una zona de pasillos y le disparó al policía, y éste le respondió con varios tiros.

Yo sé que entre el policía y el vecino de Alto Verde, lograron salvar mi vida, ellos entendieron la situación y la manejaron muy bien.
Fuente: UTRAPOL

Una comuniòn que da buenos resultados..."policias y vecinos"...Comentado y publicado por Miguel...

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